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 Lc 10 21-24 EVANGELIO EN AUDIO

Isaías 11,1-10  Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de prudencia y sabiduría, espíritu de consejo y valentía, espíritu de ciencia y temor del Señor. Le inspirará el temor del Señor. 
      No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será cinturón de sus lomos, y la lealtad, cinturón de sus caderas.
       Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará en la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. 
       No harán daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar. Aquel día, la raíz de Jesé se erguirá como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada.

     Los proyectos comunes requieren de un liderazgo que se empeñe en hacer realidad lo que todos desean. Pero el liderazgo no puede ser autócrata, porque se convierte en opresor y represor. Requiere sí, de soporte crítico y de colaboración discernida, de manera que la visión y la misión en curso, puedan regenerarse. Es necesario encontrar los mejores canales para que los ideales sociales permeen a todos los participantes de la comunidad de vida en un proceso continuo. 
    Dios ha derramado su Espíritu sobre cada uno de los bautizados para formar no un líder, sino una comunidad de ungidos que haga realidad su reinado. No hay lugar a equívocos; la verdad y la justicia son la única vía a la restauración o regeneración. Ungido por el Espíritu, el cristiano se mira retratado en las palabras de Isaías, para empujar el sueño profético de vivir la paz en plenitud, donde los vulnerables nada deben temer de los depredadores porque el conocimiento de Dios inunda la tierra. Cabe preguntarnos si ese ideal de vida lo queremos hacer nuestro.





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