Los Sacramentos son signos visibles de la acción de la gracia de Dios en nosotros. Pero también hay otras cosas “menores” a las que concedemos mucha importancia
por lo que representan.
Los Evangelios nos cuentan que había personas que sabían que Jesús era “algo” especial, porque sentían que transmitía a Dios. Por eso una mujer quiere tocar el vestido de Jesús porque sabe que será curada. Y Jesús la curó y la sanó: “Vete en paz, mujer, te fe te ha curado”.
En otras ocasiones nos dicen los evangelios que la gente ponía en la calle a los enfermos para que les “tocase” la sombra de Jesús.
Algo semejante ocurre con nuestra Medalla Milagrosa. Escuchamos a Santa Catalina: “Estando en oración, se hizo escuchar una voz que me dijo: ‘Haz acuñar una medalla según este modelo; todas las personas que la lleven recibirán grandes gracias...esas gracias serán abundantes para quienes la lleven con confianza’”
Con la Medalla Milagrosa muchas personas a lo largo de los años se han sentido “tocados” por Dios porque era como estar en su presencia. ¡Cuánto nos gusta conservar un recuerdo que nos han traído los nietos o los hijos de un viaje, de una boda o por el cumpleaños!.
Hoy vamos a pensar:
nosotros mismos debemos ser esos signos de Dios para los demás. Seamos signos de cariño, de perdón, de alegría. Y si tenemos la Medalla Milagrosa junto a nosotros lo podremos ser con más facilidad, porque la Virgen es un regalo de Dios para nosotros.
Comentarios
Publicar un comentario