
"La fraternidad es, hoy, la gran frontera de la Humanidad"
Francisco, rotundo: "Un mundo sin hermanos es un mundo de enemigos. O somos hermanos, o nos destruimos mutuamente"
El Papa cita al Quijote: "Donde hay música, no puede haber cosa mala"
Francisco aboga por una nueva "sinfonía" que lleve "a la fraternidad universal" en un mundo en silencio por la pandemia
Un santo para cada día: 4 de febrero
San Andrés Corsini (Patrón de los pleitos)
Marcos 6,7-13 EVANGELIO EN AUDIO
En los últimos años el fervor misionero se ha encendido en muchas personas: laicos, religiosos, religiosas, sacerdotes y obispos. La invitación que hizo el Papa Francisco en "La Alegría del Evangelio" ha ido surtiendo efecto de manera firme y discreta. En América Latina y el Caribe, la V conferencia del CELAM motivó a todos los cristianos para realizar una gran misión continental.
En cada país tomó formas diferentes, pero todos entramos en “modo misión”. Obviamente que el método y el estilo misionero han ido cambiando y adaptándose a las culturas y realidades diversas. No se trata de hacer proselitismo sino de proponer el evangelio de Jesús como la alternativa de vida, de paz, de justicia, de solidaridad y equidad para todos los pueblos del Continente.
Así como Jesús envió a sus discípulos a luchar en contra del mal, es decir, contra todas las fuerzas, estructuras, instituciones y realidades que oprimían y deshumanizaban, así también nos sigue enviando para que contribuyamos en la construcción de un mundo más humano, fraterno y solidario. Renovemos nuestro espíritu misionero.
CUARTO DÍA - 5 DE FEBRERO: EN LOURDES, MARÍA ROBUSTECE NUESTRA FE.
En Lourdes, la Virgen eligió una roca para conversar con Bernardita. Un ancho hueco se abría en la roca. Ramas muertas, abandonadas por la crecida de las aguas, cubrían el suelo.
Después de la primera Aparición, Bernardita se sintió nuevamente atraída hacia la Gruta, el domingo 14 de febrero. Más tarde dirá: “Quería comprobar que no había soñado”.
Al poco rato, un grupo de niñas corre hacia la Gruta. Pero antes, recordando Bernardita las palabras de su madre de que pudiera tratarse del demonio, pasa por la Iglesia y toma en un frasco un poco de agua bendita.
Cuando llegan frente a la roca, se arrodillan y empiezan a rezar el Rosario. De repente, en el segundo misterio, Bernardita exclama: “Aquí está. La veo. Nos está mirando”.
Cuenta Bernardita: “Me puse a echarle agua bendita, diciéndole al mismo tiempo que si Ella venía de parte de Dios, se quedara y que, de lo contrario, se fuera. Y mientras tanto, yo no paraba de lanzarle agua bendita. Ella sonreía e inclinaba la cabeza. Y cuanta más agua bendita yo le lanzaba, más Ella sonreía e inclinaba la cabeza. Y en mi pánico, continuaba tirándole agua bendita hasta la última gota del frasco. Cuando terminé de rezar el Rosario, Ella desapareció”.
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