1. Podemos comenzar VIENDO-ESCUCHANDO este VIDEO
2. Luego celebramos la LITURGIA DE LA PALABRA guiados por el audio del P.Justino
3. Oramos juntos
- Para que el papa, obispos y sacerdotes sigan difundiendo el Evangelio con el mismo empeño y compromiso con el que lo hacía San Pablo. Oremos.
- Para que los que rigen los destinos de los pueblos lo hagan con la dedicación que su compromiso requiere. Oremos.
- Para que los más necesitados del mundo, especialmente los emigrantes, encuentren consuelo y protección. Oremos.
- Para que esta palabra que hemos escuchado sane los corazones de esta comunidad. Oremos.
Padre creador, que escuchas y atiendes los clamores de la humanidad, y que en Jesús nos mostraste el proyecto de Bondad y libertad para tus hijos e hijas. Haz de nosotros creyentes audaces, que libres de todo afán de dominio o ganancia, sepamos ser servidores de todos, especialmente de tus hijos solos y abandonados. Que seamos constructores de un mundo sin exclusiones en el que todos y todas quepamos con igual dignidad e iguales oportunidades, para que la humanidad y la creación que sufre pueda también un día levantarse, y realizarse plenamente en paz y bienestar. Tú que vives y amas por los siglos de los siglos.
4. Para profundizar durante la semana:
Hoy el libro de Job nos lo presenta sumido en un gran sufrimiento. Delante de sus amigos desnuda su corazón, su desilusión. Ellos, que defienden una teología alejada de la vida, no pueden comprender la queja de su amigo, ni acompañarlo plenamente en su dolor. El grito de Job está presente en la vida diaria de muchos hombres y mujeres en todos los rincones del planeta, que enfrentan una vida de lucha y dificultad. Job compara su existencia con la vida de un «mercenario»: mercenario es quien vende su lucha, que libra por dinero causas que no son suyas y se fatiga por empresas que no ama.
El libro de Job, es una joya literaria dentro de la Biblia hebrea (de la que está tomado nuestro «Primer Testamento»). Es una reflexión sapiencial sobre ese problema irresoluble, o mejor, sobre ese misterio eterno, que es «el mal».
Lo importante del libro de Job no son sus «datos históricos» (que no existen, pues no es un libro histórico), ni las respuestas de tipo explicativo que quisiera dar sobre el dolor humano (que estarían hoy absolutamente sobrepasadas), sino la sabiduría que encierra en sus reflexiones.
Pablo, de manera parecida a Job, se encuentra en una discusión acalorada con sus interlocutores, en la comunidad de Corinto, en la que hay grupos que critican y cuestionan su autoridad (v.3). Pablo responde haciendo una defensa radical de su misión y declara su absoluta libertad frente a toda manipulación o poder humano. No se declara miembro de un movimiento o representante de alguna institución, sino como un hombre “obligado a cumplir una tarea”. En el imperio Romano era común la práctica del clientelismo, en la cual el benefactor se convertía en patrón de quien recibía sus beneficios. El apóstol desea dejar en claro la pureza de su mensaje, que no está vendido a ningún “cliente”, ni moldeado por ningún interés personal (v. 17-18).
Esta libertad en Cristo, le permite al apóstol ser un servidor de los demás. No teme amoldarse a las condiciones de vida de los destinatarios de su mensaje: judíos, seguidores de la ley o rebeldes a ella, débiles. Pablo anuncia así el Evangelio de la libertad que no se matricula con la rigidez, ni hace el juego a ningún interés particular o sectario, sino que es capaz de entrar en diálogo con la diferencia y de llegar a “todas” las realidades humanas, como una Buena Noticia del amor de Dios.
Esto es precisamente lo que hace Jesús: entrar en la vida de las personas, ser uno de ellos en su cotidianidad. El domingo pasado, lo vimos sanando a un endemoniado. Hoy, lo acompañamos con Simón y Andrés a la casa de Pedro. La casa, el lugar íntimo done se comparte el techo, la mesa. Allí se encuentra con una anciana enferma, la suegra de Pedro. Jesús se acerca, la toma de la mano y la levanta. Un gesto tan simple como es el acercarse y tomar de la mano, hace el milagro de recuperar a esta mujer, que no sólo recupera su salud, sino su capacidad de servicio. Al atardecer muchos vinieron a buscarlos, y relata el evangelista que Jesús continuó con sus curaciones.
Era común en la época de Jesús que los enfermos fueran tenidos por malditos o poseídos por espíritus malos, de manera que eran alejados, excluidos y nadie se atrevía a acercarse a ellos. Jesús, al contrario, se entrega con amor y dedicación a su cuidado, siendo su servidor.
La práctica de curación, la lucha contra el mal, la liberación del ser humano... es la práctica habitual de Jesús. Tan importante como hacer el bien, es evitar el mal, y luchar contra él: dar la vida en la tarea de procurar la paz, la salud, el bienestar, la felicidad... a todos aquellos que la han perdido.
Ser cristiano es, entre otras muchas cosas, luchar contra el mal, no quedarse de brazos cruzados, o ensimismado en los propios asuntos, cuando vivimos en un mundo con las cifras escalofriantes de pobreza y miseria que hoy padecemos.
«Anunciar hoy el Reino» no es cuestión de sólo palabras; exige simultáneamente construirlo con los hechos. La «evangelización», la nuestra, ha de ser como la de Jesús. Su «anunciar» la buena noticia no es cuestión de transmitir simplemente información religiosa... sino de «hacer», de construir, de luchar contra el mal, de sanar, curar, rehabilitar a los hermanos, ponernos a su servicio, acompañar y dignificar la vida, que en todas sus manifestaciones es manifestación de la mano creadora de Dios.
El evangelio de este domingo es dramatizado en el capítulo 19 de la serie «Un tal Jesús», titulado «La suegra de Pedro», de los hnos. López Vigil. El audio, el guión, y su comentario bíblico-teológico, pueden ser tomados de aquí: https://radialistas.net/19-la-suegra-de-pedro/
Para la revisión de vida
¿Cómo me afectan los momentos bajos de la vida, los momentos de cansancio, de depresión, cuando el tiempo se hace largo y uno echa en falta el entusiasmo del vivir?
¿En qué momentos de mi vida la imagen lejana que tenía de Dios se ha tornado más cercana y presente en la vida?
¿Cómo he alimentado en mí la verdadera libertad de los hijos de Dios?
¿Me acerco a las personas valorando su condición o juzgo y rechazo a quienes son diferentes a mí?
- Ante el dolor y lo problemas, ¿somos capaces de acompañar y respetar a los otros o simplemente respondemos con frases aprendidas frías e indiferentes?
- ¿Cómo podemos desarrollar en nuestro grupo la libertad de anunciar el Evangelio, sin manipulaciones ni intereses egoístas?
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