Marcos 8,14-21 EVANGELIO EN AUDIO

   1. La levadura (zymé) no significa lo mismo que fermento, cosa que en tiempos antiguos era poco frecuente. La nueva masa se fermentaba mezclándola con una pequeña porción de masa de la semana anterior, que se había guardado con el fin de que se convirtiera en levadura, tal y como hoy se hace con el yogur de la cocción anterior. De ahí que la palabra "levadura", en este texto, puede significar aproximadamente como "pan con levadura" o fermentado (cf. Lv 7, 13). Esta sencilla explicación ayuda a comprender que, por más que fuera poco frecuente el uso de nuestra levadura actual, podía utilizarse como metáfora para referirse a conductas que tenían poder de transformación de la realidad. 
   2. Esto supuesto, Jesús les advierte a los discípulos que tengan cuidado con la levadura de los fariseos y de Herodes. Por tanto, Jesús les advierte a sus seguidores (los de entonces y los de ahora) que tengan cuidado con la influencia (normalmente negativa) que una persona o un mensaje puede tener. Esta imagen se utilizaba como advertencia
    3. Porque no acababan de fiarse de Jesús. Y por eso mismo, no creían de verdad en él. En este caso: no creían en la fuerza que tiene la decisión de ir por la vida compartiendo lo que se tiene. Por tanto, no creían que quien comparte lo que tiene, jamás se verá falto de lo que necesita. O sea, aquellos hombres no creían en la fuerza de cambio que tiene la solidaridad. Por eso mismo, lo que realmente les pasaba es que no creían en Jesús.
 ¿Por qué esta advertencia en este caso? Los fariseos y la gente de Herodes aparecen, en el evangelio de Marcos, asociados nada menos que para matar a Jesús (Mc 3, 6). Jesús advierte a los discípulos del peligro de ceguera, que les puede llevar a situarse en contra de él. ¿Por qué?
   Esto ocurre demasiadas veces en la vida: "no terminamos de creer -en serio y de verdad- en Jesús". No estamos persuadidos de que, viviendo como él vivió, la vida cambia por completo. En esto radica nuestro mayor problema. 

  La Iglesia se prepara a celebrar una vez más la fiesta más importante de todas: la Pascua. 

  Cuarenta días antes del domingo de Ramos - el Miércoles de CENIZA – 

damos comienzo a esa preparación. 

       Antiguamente, los pecadores públicos se disponían durante estos días a recibir la absolución el Jueves Santo.

        Concurrían a la iglesia y en presencia de toda la comunidad, recibían la ropa que significaba su estado de penitentes: una túnica de tela como arpillera, (“saco”) y ceniza sobre su cabeza  y sus ropas.

        De esos tiempos proviene la costumbre de bendecir e imponer  la ceniza a los fieles.

    La ceniza que aceptamos sobre nuestra cabeza es un compromiso
de cambiar nuestra vida antes de la Semana Santa.

    Todos estamos ahora llamados a renovar nuestra conversión, que significa “cambiar de mente", “cambiar nuestra forma de pensar y de actuar”, y a renovar nuestra alianza personal con Jesús.

Eso significa la palabra penitencia. Un cambio de camino, dejar de proceder equivocados, para caminar de acuerdo con el Evangelio.

Para lograr este cambio la Iglesia nos propone ejercicios espirituales, la limosna, la oración y el ayuno. 

Del politeísmo al cristianismo monoteísta

Las religiones en la Grecia y la Roma antiguas

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