2. Esto supuesto, Jesús les advierte a los discípulos que tengan cuidado con la levadura de los fariseos y de Herodes. Por tanto, Jesús les advierte a sus seguidores (los de entonces y los de ahora) que tengan cuidado con la influencia (normalmente negativa) que una persona o un mensaje puede tener. Esta imagen se utilizaba como advertencia
3. Porque no acababan de fiarse de Jesús. Y por eso mismo, no creían de verdad en él. En este caso: no creían en la fuerza que tiene la decisión de ir por la vida compartiendo lo que se tiene. Por tanto, no creían que quien comparte lo que tiene, jamás se verá falto de lo que necesita. O sea, aquellos hombres no creían en la fuerza de cambio que tiene la solidaridad. Por eso mismo, lo que realmente les pasaba es que no creían en Jesús.
Esto ocurre demasiadas veces en la vida: "no terminamos de creer -en serio y de verdad- en Jesús". No estamos persuadidos de que, viviendo como él vivió, la vida cambia por completo. En esto radica nuestro mayor problema.
La Iglesia se prepara a celebrar una vez más la fiesta más importante de todas: la Pascua.
Cuarenta días antes del domingo de Ramos - el Miércoles de CENIZA –
damos comienzo a esa preparación.
Antiguamente, los pecadores públicos se disponían durante estos días a recibir la absolución el Jueves Santo.
Concurrían a la iglesia y en presencia de toda la comunidad, recibían la ropa que significaba su estado de penitentes: una túnica de tela como arpillera, (“saco”) y ceniza sobre su cabeza y sus ropas.
De esos tiempos proviene la costumbre de bendecir e imponer la ceniza a los fieles.
La ceniza que aceptamos sobre nuestra cabeza es un compromiso
de cambiar nuestra vida antes de la Semana Santa.
Todos estamos ahora llamados a renovar nuestra conversión, que significa “cambiar de mente", “cambiar nuestra forma de pensar y de actuar”, y a renovar nuestra alianza personal con Jesús.
Eso significa la palabra penitencia. Un cambio de camino, dejar de proceder equivocados, para caminar de acuerdo con el Evangelio.
Para lograr este cambio la Iglesia nos propone ejercicios espirituales, la limosna, la oración y el ayuno.
Del politeísmo al cristianismo monoteísta
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