Sábado 1ª semana de cuaresma

 

Mt 5 43-48 EVANGELIO EN AUDIO (mp3)

    La invitación de Jesús a sus seguidores fue a la perfección.  Si caemos en la cuenta, Jesús durante toda su vida tuvo problemas con “los buenos”, con “los santos”, con los “legales” Siempre se juntó con los pecadores, excluidos y malditos según el sistema religioso judío. 
    No estaba de acuerdo con una ley que a unos los volvía “santos” y “legales” y a otros “pecadores” e “ilegales” Ser perfectos como el Padre es vivir la misericordia, la inclusión y la comunión con todos los hombres y mujeres sin distinción alguna. La perfección de Dios se muestra en hacer vida su proyecto de humanización en la historia.

1. ¿Se puede realmente amar a un enemigo? ¿No es eso contradictorio con los instintos más básicos del ser humano?  El amor se puede entender como emoción o sentimiento. Y se puede entender también como conducta. Los seres humanos, por lo general, no podemos controlar nuestros senti­mientos. Pero sí podemos controlar nuestras conductas. Cuando Jesús dijo lo que relata este evangelio, estaba hablando a israelitas, que podían entender estas reco­mendaciones de Jesús a partir de lo que se dice en Lev 19,18 y Ex 23,4 s.

2.Esto nos viene a decir que el centro del mensaje de Jesús no es una "doctrina" dogmática, ni es un "ritual" religioso, sino que es una "ética". Es decir, lo original y específico del cristianismo no está ni en las creencias religiosas, ni en las observancias 
de la religiosidad (oficial o popular). Lo que distingue a los "hijos del Padre-Dios" es la conducta que supera el mal, el odio, la enemistad.

3. 
Si se puede (y se debe) decir que esta enseñanza de Jesús es siempre importante, en tiempos de crisis económica lo es indeciblemente más.     
    Concretamente, en la crisis que estamos todavía soportando, se ha producido el fenómeno espantoso del enriquecimiento fulminante de unos pocos ricos a costa del empobrecimiento de la clase media y de las clases trabajadoras.
    Es la consecuencia de un sistema económico que produce, no solo este desastre, sino incluso la destrucción de las energías de la Tierra, del equilibrio ecológico y del tejido social.
    ¿Tiene esto solución? La tiene. Pero tal solución solo puede provenir de energías capaces de producir y fomentar "con­vicciones" que nos hagan ver a los humanos que el sentido de la vida no va por el camino que nos marca la llamada "civilización", que nos ha arrastrado al desastre en que vivimos. El proyecto de vida, que nos marca el Evangelio, nos indica esas "con­vicciones".

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