«Glorioso patriarca san José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan graves y difíciles que te confío, para que tengan una buena solución. Mi amado Padre, toda mi confianza está puesta en ti. Que no se diga que te haya invocado en vano y, como puedes hacer todo con Jesús y María, muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén».
Salve, custodio del Redentor y esposo de la Virgen María. A ti Dios confió a su Hijo, en ti María depositó su confianza, contigo Cristo se forjó como hombre. Oh, bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal. Amén.
Un santo para cada día: 17 de marzo
San Patricio (Patrón de Irlanda)
Sabemos que el evangelio de Juan está planteado como un gran proceso judicial. Hoy cobra relieve de manera particular este juicio entre la luz y las tinieblas, entre Cristo y sus enemigos. Jesús presenta un doble testimonio: el de sus propias obras y el de las escrituras. Sus obras no podrían ser posibles si no fueran apoyadas por su padre celestial, en cuyo nombre ha venido al mundo. Y las escrituras, a partir de Moisés, hablan a favor de Jesús y de su misión. Pero si los jefes de los judíos no creen lo que Moisés escribió, ¿cómo van a creer lo que dice Jesús?
Meditación: Jesús tuvo que aguantar la increencia de sus contemporáneos. Nosotros vivimos también en un mundo de gran increencia. Podemos replegarnos o afrontarlo, sabiendo que todos los tiempos son “recios” para la fe.
A nosotros nos toca trabajar firmemente en la personalización de la fe, en la consolidación de la comunión eclesial y en la apertura misericordiosa, como si de un “hospital de campaña” se tratase, a quienes vienen heridos. Solo así nos convertiremos en legítimos intercesores.
¿Somos defensores del pueblo de Dios, de la Iglesia concreta, de nuestra comunidad, de nuestra familia o de nuestros jóvenes?
Oración: Concédenos, Señor, creer firmemente en medio de la increencia de este mundo. Danos tu amor y tu verdad para que ellas se manifiesten en nosotros como testimonio de tu presencia y de tu cercanía a los más vulnerables de nuestra sociedad.
La monja,que se arrodilló ante los militares y a la que esta mañana se refirió Francisco
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