Lunes 3ª semana de cuaresma

 Francisco en Mosul: la fraternidad es más fuerte que el fratricidio

Impresionante oración de Francisco ante las ruinas de Mosul

"Si Dios es el Dios de la vida, y lo es, a nosotros no nos es lícito matar a los hermanos en su nombre"

Fallecido en las costas turcas en 2015, un icono de la Europa que miró hacia otro lado

El Papa abraza al padre del pequeño Aylán, el símbolo de la muerte en el Mediterráneo

El Papa devuelve el manuscrito, ya restaurado, a los cristianos iraquíes

Sidra, el Libro Sagrado de Qaraqosh, regresa a su hogar

  1.  Este evangelio pone al descubierto lo peligroso que es el nacionalismo intolerante y fanático. En Nazaret abun­daban los nacionalistas de ese estilo. Por eso se pusieron furiosos cuando Jesús les dijo que una viuda de Sarepta y un leproso de Siria habían sido preferidos a todas las viudas y a todos los leprosos que había en Israel. Los naciona­listas no toleran que los que ellos llaman "extranjeros" sean mejor considerados y tratados que ellos.

 2.  Es bueno amar la propia patria y la propia nacionalidad. Pero no es bueno el nacionalismo que se vincula a la in­tolerancia y al fanatismo. Porque"el fanatismo reside en el hecho de obligar a los demás a cambiar" (Amos Oz). Y la intolerancia lleva consigo el rechazo de las creencias y convicciones de los demás, unido eso al poder de impedir que los otros vivan como ellos creen que más les conviene.

 3.  Jesús vio y experimentó el peligro que lleva consigo el nacionalismo, así vivido, porque divide y enfrenta a las personas, a los pueblos y a las culturas, desencadena violencias y desprecios mutuos. Y, desde el punto de vista re­ligioso, este tipo de nacionalismo se convierte en una especie de religión civil que se fundamenta en un Dios vio­lento, intolerante y peligroso.

Los obispos llaman a buscar caminos de diálogo y amistad social

Presidencia del episcopado argentino muestra su preocupación ante la represión violenta en la provincia de Formosa

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