Martes 2ª semana de PASCUA


Un santo para cada día: 13 de abril

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  Jn 3 7-15 EVANGELIO EN AUDIO

      La continuidad del relato del evangelio de Juan entre Jesús y Nicodemo tiene como horizonte llevar a la comunidad eclesial a una dimensión más profunda, hacia la dimensión espiritual: ese es el sentido de la invitación «a nacer de nuevo».  

     La comunidad de seguidores del Maestro, está llamada, como don y tarea humana, social, política y religiosa a cultivar relaciones auténticas y sostenibles, intensificando su misión, encarnándose solidariamente en el corazón del mundo; allí donde se gestan «los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, sobre todo de los empobrecidos y las víctimas que anhelan justicia, territorio, reparación y liberación» (GS, 1).
    Esta experiencia constituye para el creyente una apertura espiritual, psíquica y corporal a Dios y al otro, en quien sembramos en el Espíritu. San Ignacio de Loyola lo vio y experimentó claramente cuando escribió en el libro de los “Ejercicios Espirituales”: “No el mucho saber harta y satisface el ánima, sino el sentir y gustar las cosas internamente”; en otras palabras, «discernir la vida interior para humanizar».
     ¿Como personas, ciudadanos y creyentes estamos dispuestos a cultivar desde dentro de la comunidad relaciones que humanicen? 
     1.Un cambio total de vida, hasta el extremo de ser visto como una persona distinta, como el que ha nacido otra vez, eso no es tan fácil. Ni lo hace cualquiera. Un cambio así de vida supera lo que da de sí la condición humana. Se comprende la pregunta de Nicodemo: "¿Cómo puede suceder eso?".
     2.  Jesús responde apelando a la distinción radical que existe entre lo que pertenece a la tierra y lo que es propio del cielo, de forma que no se trata solo de lo que procede del cielo, sino de lo que permanece en el cielo y, por tanto, se sustrae a los ojos humanos. De esto último es de lo que habla aquí Jesús (Sab9,16; 4 Esd 4,1-21; Heb 8,5; 9,23; 11,16). Con ello le está diciendo a Nicodemo: "Si tienes fe en lo que te digo, con esa fe podrás llegar a ser un hombre distinto".
     3.  El problema está en que eso tiene un peligro. El peligro que siempre han tenido (y tienen) las religiones. Exigir a la gente cambios radicales en nombre de realidades celestiales, que se sustraen a nuestros ojos, se presta a que los representantes "oficiales" de esas realidades obliguen a los demás a hacer lo que a ellos se les ocurre y les conviene, no lo que realmente quiere Dios. 
    Jesús lo advierte: "Nadie ha subido al cielo". Por eso lo que afirma Jesús es esto: "No crean nada más que al que baja de cielo". Jesús merece todo nuestro crédito porque no es un Dios que se quedó en el cielo, sino porque es el Hijo de Dios que bajó, que descendió, que se vació de su poder y renunció a su grandeza. El que hace eso es -a juicio de Jesús- el único que tiene credibilidad.
    Para hablar de Dios, la credibilidad la tiene el que baja, no el que sube.

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