Miércoles 3ª semana de PASCUA

 Jn 6 35-40 EVANGELIO EN AUDIO

Como continuidad y respuesta a la petición expresa de pan por parte de la comunidad, el texto indica que el pan de la vida, es el de la revelación y pedagogía de Jesús. Jesús aparece como el verdadero pan que procede de Dios. Con lo cual, comer el pan no es una experiencia exclusiva de la eucaristía, sino que también tiene lugar en la fe y en la relación auténtica con la persona de Jesús.
    Así pues, los símbolos del pan (v. 35) y del agua (v. 35b), antes que eucarísticos, son sapienciales, es decir, se proponen como experiencia de fe radicalmente distinta, no mediada por la observancia a leyes externas, sino por la escucha, reconocimiento y obediencia a la palabra humanada de Dios y su reino de justicia, desde la cual adquiere sentido todo rito, liturgia y sacramento expresado y vivido por la comunidad. Este es el verdadero alimento.

     ¿Nuestra hambre es siempre de ayuda, de amor, de reconciliación y misericordia? O ¿Nos alimentamos de las satisfacciones regidas por la sociedad del consumo, de la competencia y la producción? 

1. Jesús es el pan de vida. Aquí Jesús no habla todavía de la eucaristía. El "pan de vida", según se pensaba entonces, es la ley religiosa dada por Moisés a Israel. Jesús, por tanto, al decir que él es el "pan de vida", lo que en realidad afirma es que, con su venida al mundo, se acabó la religión basada en el cumplimiento de leyes y normas, y empezó otra forma de entender y vivir la religión. Es la religión que consiste en vivir como vivió Jesús, pensar como pensó él y tener las costumbres y preferencias que él tuvo.

2.  Al proponer este proyecto de religión, Jesús no pide un imposible. Ni se trata de un proyecto de renuncias y sacrificios heroicos. Todo lo contrario. Lo que Je­sús promete es que quien tome en serio su proyecto no pasará ni hambre ni sed. Es decir, encontrará la satisfacción de sus apetencias más básicas. Lo que es tanto como asegurar que, en cualquier caso, la religión tiene que ser un proyecto de satisfacción, es decir, de felicidad.

3.  El problema, a juicio de Jesús, está en que la fe se conecta, no con "lo que se oye" sino con "lo que se ve". Lo que se oye es doctrina, teorías...; lo que se ve son hechos de vida. Y aquí es donde tropezamos con la dificultad. Los que vieron a Jesús, lo lógico es que creyeran en él. Nuestra dificultad radica en que no vemos a Jesús, sino cosas y conductas que, muchas veces, poco o nada tienen que ver con Jesús, Por eso, el recurso al Evangelio, a la "memoria"de su vida y su palabra, eso es lo que podrá fortalecer la fe que sacia nuestras apetencias más legítimas.

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