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Jn 21,1-14 EVANGELIO EN AUDIO
El epílogo del cuarto evangelio relata la tercera manifestación del Resucitado a siete discípulos para conseguir una pesca abundante. Atendiendo a las escenas del texto, en un primer momento, el protagonismo de los discípulos es evidente, pero es la figura de Jesús la que se convierte en central (vv. 1-4).
En un segundo momento, se va tejiendo la dinámica del re-conocimiento discipular, mediado por la pregunta neurálgica de todo el Evangelio de Juan ¿Quién es este? (vv. 5-11).
Una comunidad que se identifica con el Maestro no es la que es capaz de describir lo que éste hizo o se limita a recordar lo que le pasó; no. Una comunidad discipular auténtica es aquella que «encarna» con su praxis misionera, la identidad de Jesús y se transforma continuamente con ella.
En un tercer momento, la invitación de Jesús a sus discípulos a transformar sus actitudes y modos de vida, sigue siendo actual para los seguidores y seguidoras del resucitado hoy (vv. 12-14): crear comunidades ecuménicas en las que las relaciones sean sostenibles y humanicen, es decir, trascendentes.
¿Nuestra identidad de cristianos entraña, trasmite y demuestra que está atravesada por el Evangelio?
Esta aparición de Jesús es más elocuente de lo que muchos se imaginan. En este relato se palpa el recuerdo de unos discípulos que habían perdido, según parece, la motivación del seguimiento de Jesús. Abandonan Jerusalén, se vuelven a su tierra (Galilea), a su lago, a su barca, a todo lo que habían abandonado cuando se pusieron a seguir a Jesús (Mc 1,16-19 par). Y se ponen a bregar en un trabajo estéril: "no pescaron nada"(Jn 21,3b).
Volvieron a las andadas, a su primera esterilidad (Lc 5.5), de la que los sacó Jesús (Lc 5,9-11), pero a la que seguían aferrados.
Por eso Jesús los busca de nuevo. Ahora no les pide renuncias y abandonos. Les prepara un desayuno. No les dice nada. Su presencia entre ellos es vida, "lo de Jesús sigue adelante". Y sigue con una particularidad que es clave para entender el cristianismo: a partir de la resurrección de Jesús, sus testigos "vinculan mensaje y persona. El mensaje de Jesús no se convirtió en un ideario separado de su persona". Por tanto, en el Evangelio, no es posible separar la doctrina de Jesús de la vida que llevó Jesús.
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