Jn 21 15-19 EVANGELIO EN AUDIO
Solo quien ama, quien sabe amar y lo practica de continuo, está capacitado para «apacentar las ovejas». Siendo nosotros «trabajadores del amor», este sentimiento representa la mejor cualificación que uno puede mostrar en su currículum. Y debiera ser el único criterio para colocar a los responsables al frente de las comunidades.
Solo quien ama, quien sabe amar y lo practica de continuo, está capacitado para «apacentar las ovejas». Siendo nosotros «trabajadores del amor», este sentimiento representa la mejor cualificación que uno puede mostrar en su currículum. Y debiera ser el único criterio para colocar a los responsables al frente de las comunidades.
Las lecturas de hoy y mañana, nos trasladan a otro escenario; del marco de los discursos de despedida en el contexto de la Última Cena, pasamos a los relatos pertenecientes a las apariciones del Resucitado a orillas del lago.
Pedro es el personaje central, quien recibe de Jesús la misión existencial y pastoral de cuidar de sus hermanos y hermanas. Esa es la tarea encomendada al que lo negó tres veces. Es un quehacer donde se arriesga la vida a favor de la comunidad, y una práctica vital con todo ser humano. Pedro no ocupa el lugar del Buen Pastor porque sigue siendo discípulo del Resucitado.
La pertenencia a la comunidad es la práctica del amor que constituye fraternidad universal. La Iglesia, y todo cristiano, son fundamentalmente seguidores. Lo relevante no es convertirnos en filántropos, sino de contribuir “con otros” en cuidar mejor la calidad humana y ética de nuestras relaciones interhumanas y holísticas.
¿Como ciudadano o religioso, animador, catequista... pones en práctica la ética del cuidado y la compasión?
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