La fiesta litúrgica del Sagrado Corazón de Jesús se inspira en uno de los símbolos más ricos de la Biblia: el corazón, que en la mentalidad bíblica es la parte más interior de la persona, la sede de las decisiones, sentimientos y proyectos.
El corazón indica lo inexplorable y lo profundamente oculto de alguien, su ser más íntimo y personal. En la narración de la unción de David (1 Sam 16,7) se dice, por ejemplo, que Yahvé advierte a Samuel, cuando vio al primero de los hijos de Jesé: “No te fijes en su aspecto ni en su estatura elevada. El ser humano mira lo que está a los ojos, la apariencia, mientras que Yahvé mira el corazón”.
Por eso cuando hablamos del “corazón” de Jesús estamos hablando de aquello que representa lo más íntimo y personal de Jesús, el centro interior desde el cual brotan su palabra y sus acciones.
En este sentido “el corazón de Jesús” es una expresión que indica la misericordia y el amor infinito de Dios tal como se ha manifestado en la persona de Jesús.
En este sentido “el corazón de Jesús” es una expresión que indica la misericordia y el amor infinito de Dios tal como se ha manifestado en la persona de Jesús.
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