17º domingo DA - PREPARAMOS LA CELEBRACIÓN EN CASA

 El SÁBADO nos encontraremos a las 18 en nuestro templo parroquial, para ESCUCHAR SU PALABRA  y celebrar la EUCARISTÍA.

Nos volvemos a reunir los discípulos de Jesús en el Día del Señor para celebrar y compartir la fe y la vida. Y precisamente hoy, nuestro Maestro, nos va a hablar de la importancia de compartir lo poco que tenemos con los demás para buscar el bien de todos.

Dispongámonos a recibir con un corazón agradecido la vida de Jesús que nos sigue compartiendo en cada Eucaristía, para aprender también nosotros a compartir nuestra vida con los hermanos, y especialmente con los más necesitados.

    Si por algún motivo no podemos participar, VAMOS A PREPARAR EN CASA  un pequeño ALTAR, y en algún momento del DOMINGO, reunidos EN FAMILIA, celebraremos el "DÍA DEL SEÑOR".

    También podemos emplear estos subsidios para nuestra ORACIÓN PERSONAL durante la semana...

1. ESCUCHEMOS LAS LECTURAS DE ESTE DOMINGO

2. Sugerencias para un comentario dialogado: 


    + ¿Qué les ha llamado la atención del Evangelio? (Recorrer el relato: había mucha gente, no tenían para comer, un chico tiene cinco panes y dos peces...). 

    + ¿Qué hace Jesús? (El chico da lo poco que tiene, Jesús da gracias y los bendice, y los parte y los comparte con todos). 

    + Si se fijan, eso es lo que hace también Jesús en la Eucaristía: nosotros ponemos nuestra pequeña ofrenda de pan y vino, Él da gracias, la bendice, la parte, la comparte y nos alimenta a todos. 

    + ¿A qué nos estará invitando Jesús? (A compartir algo de lo que tenemos o lo poco que tenemos con los demás). 

    + ¿Se han fijado lo que pasa cuando vamos a algún encuentro y cada uno lleva alguna cosita para comer y lo compartimos? (Es más rico, alcanza para todos y hasta sobra). 

   + (Se pueden poner otros ejemplos de realidades que uno sólo no puede afrontar pero entre muchos sí: la enfermedad de un familiar, las necesidades de algunos pueblos cuando hay inundaciones, terremotos, etc.).


3. Cuento: “El oasis de Yumbé”.


    “Ocurrió durante un verano muy caluroso. Una bandada de miles y miles de flamencos, volaba en busca de agua. Pero todos los ríos y lagunas estaban secos. Hacía tanto calor que se habían secado. Llevaban semanas volando y las fuerzas comenzaban a fallar. Si no encontraban pronto agua, todos morirían de sed. Pero mientras atravesaban un desierto, sucedió la tragedia. Se levantó un fortísimo viento que acabó con las pocas fuerzas de los flamencos. Todos cayeron sobre las arenas del desierto y allí quedaron tirados bajo el ardiente sol. Nadie tenía fuerzas para volar. Era casi imposible que pudieran salvarse de aquella situación.

    Las gentes que vivían en el desierto, al ver lo sucedido, vieron que era imposible ayudarles. Lo único que se podía hacer, era esperar a que murieran bajo el sol. La noticia recorrió el mundo entero. Vinieron las televisiones de todos los países para retransmitir aquellas imágenes. Todos se lamentaban de lo sucedido, pero nadie hacia nada para ayudarles. 

    Sólo un niño, que se llamaba Yumbé, hizo algo por ellos. A tres kilómetros de donde se encontraban los flamencos, había un oasis lleno de agua. Agarró a uno de ellos entre sus brazos y lo llevó andando hasta el oasis.  Luego, volvió a agarrar otro e hizo lo mismo. Y así una y otra vez. Yumbé no dejaba de hacer viajes llevando flamencos al oasis.
    Un hombre, al ver lo que estaba haciendo, se le acercó y le dijo: Pero niño, ¿qué estás haciendo?
   - Pues salvando a los flamencos, respondió Yumbé.
Y el hombre con voz muy seria, dijo: ¿Pero no te das cuenta de que eso es imposible? Son miles los que están agonizando en la arena. No conseguirás nada salvando a unos pocos. No vale la pena. Anda, vete a tu casa y no gastes fuerzas inútilmente

    Pero el niño contestó: Pregúntele a los siete flamencos que están bebiendo en el oasis, si vale la pena que yo les haya salvado. Y el niño continuó su camino llevando el octavo flamenco entre sus brazos. 

   El hombre quedó muy sorprendido por esta respuesta y, después de pensarlo un poco, se puso a hacer lo mismo que estaba haciendo Yumbé. Ya eran dos personas salvando flamencos. Esto empezó a llamar la atención a los que lo veían. Pronto fueron tres, más tarde ocho, y al final, eran cientos y cientos de personas, las que estaban haciendo lo mismo que Yumbé. 

   En un día, todos los flamencos fueron llevados al oasis. No hubo ninguno que muriera de sed. Gracias a un niño que comenzó haciendo su parte, toda la bandada pudo salvarse”. (José Real Navarro)

4. ORACIÓN EN FAMILIA

A cada intención respondemos: TE PEDIMOS SEÑOR 

1. Para que la Iglesia lleve consuelo a los que sufren, a los que están enfermos o han perdido a ser querido. Oremos. 

2. Por todos los abuelos y abuelas, para que los escuchemos y cuidemos cada día. Oremos. 

3. Para que nunca falten en tu Iglesia vocaciones: sacerdotales, religiosas y misioneras. Oremos. 

4. Para que todos nosotros, escuchemos la voz del Señor que nos llama a compartir su alegría y paz con todos. Oremos.

 Padre, que la alegría de celebrar como familia la presencia de Jesús llene nuestro corazón de tu amor y que podamos, muy unidos, dar de comer a nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. AMÉN.

5. Para profundizar en el evangelio del día

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