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En el texto de san Juan descubrimos uno de los añejos criterios éticos del pueblo de Dios para vivir bien: el amor a lo duradero. Ese criterio viene formulado en términos negativos como que el mundo es transitorio. Lo que el Anciano afirma, en realidad, es lo pasajero que es la vida humana. Por longeva que sea la persona, los días se van rápido. Esta verdad se les podría esconder a los todavía jóvenes, pero no a los padres ni a los mayores. Hay que enfocarse en lo que vale, en lo que permanece. El motivo que funda el singular comportamiento cristiano es el conocimiento de Dios; conocer a Dios no es asunto de libros teológicos, sino de obrar en consecuencia con lo que el Hijo, Cristo, ha dado a conocer de Dios Padre. Conocer a Dios es tener la experiencia de su amor en Cristo. De esta conciencia nace lo consecuente; una cristo-praxis que consiste en la fidelidad a los mandamientos de Dios. ¿Cómo hemos ahondado en el conocimiento de Dios en Cristo?
1. La devoción, la piedad, el fervor religioso de la profetisa Ana es ejemplar: siempre en el Templo, dedicada a la oración, mortificándose con ayunos. Cuando la piedad religiosa es auténtica, produce personas ejemplares, profundamente buenas. Necesitamos cultivar el espíritu, la paz interior, la oración. Así nos liberamos de las tensiones y el desgaste que producen los afanes de la vida.
2. La oración, la contemplación, el silencio interior, en el sosiego de un espacio adecuado, ya sea el templo, ya sea la soledad del campo o la montaña, nos rehacen, nos liberan de crispaciones y ansiedades. Y así se ponen las condiciones para ver y enjuiciar nuestros problemas como normalmente no los solemos ver.
3. La oración y la austeridad han sido, durante miles de años, mediaciones privilegiadas para el encuentro de cada cual con su verdadera humanidad. Y, mediante eso, para el encuentro con Dios. La oración y la austeridad fueron determinantes para Jesús, hasta el momento mismo de su muerte.
El peligro, que pueden tener estas formas de vida, es que nos alejen de la realidad, de los problemas que se viven en la sociedad, del sufrimiento de los que padecen.
Las personas que viven en monasterios, en la clausura del convento, en la seguridad económica del que no tiene ni que pensar en el dinero (porque lo tiene seguro y asegurado), tales personas tienen que vivir más en contacto con la realidad y ser más sensibles a los problemas que vive la mayoría de la gente.
En su escrito, califica al pensador francés como "un filósofo en salida", al estilo Francisco
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