En los últimos años el fervor misionero se ha encendido en muchas personas: laicos, religiosos, religiosas, sacerdotes y obispos. La invitación que hizo el Papa Francisco en "La Alegría del Evangelio" ha ido surtiendo efecto de manera firme y discreta. En América Latina y el Caribe, la V conferencia del CELAM motivó a todos los cristianos para realizar una gran misión continental. En cada país tomó formas diferentes, pero todos entramos en “modo misión”.
Obviamente que el método y el estilo misionero han ido cambiando y adaptándose a las culturas y realidades diversas. No se trata de hacer proselitismo sino de proponer el evangelio de Jesús como la alternativa de vida, de paz, de justicia, de solidaridad y equidad para todos los pueblos del continente.
Así como Jesús envió a sus discípulos a luchar en contra del mal, es decir, contra todas las fuerzas, estructuras, instituciones y realidades que oprimían y deshumanizaban, así también nos sigue enviando para que contribuyamos en la construcción de un mundo más humano, fraterno y solidario. Renovemos nuestro espíritu misionero.
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