"Sin duda alguna, a la mayor parte de la ciudadanía, le seduce más la diversión que la devoción"
Jesús siempre ve primero a la multitud, al conjunto de personas. Cuando los evangelios dicen muchedumbre o gentío, se trata del pueblo pobre, de los mendigos, los sin tierra, los considerados impuros para la religión oficial y los soñadores rebeldes de otra sociedad.
Al verlos se compadece porque la compasión es la identidad más bella de Dios. Es Dios mismo que se compadece en la humanidad de Jesús.
Este pueblo tiene gran necesidad de comida, pero no solo de ella sino que necesita compartir. Los discípulos relacionan este problema con el verbo comprar. Es para ellos un problema del mercado. Jesús cambia el lenguaje. No es problema de comprar sino de compartir. El mundo es una mesa que tiene comida para todos. Esos siete panes y dos pescados simbolizan la abundancia de comida del mundo. Nos hace falta el compartir. Ese es el proyecto de Dios: crear una mesa donde nos sentemos en grupos de cien y de cincuenta.
Al compartir la comida, la vida, la comida sobra, es abundante y se guarda el resto para la comunidad.
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