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Comentario al Evangelio dominical
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San Pedro Damián (Reformador de la Iglesia)
1. Después de la Transfiguración (Mc 9, 2-8), Jesús vuelve al mundo del sufrimiento y el dolor. Es lo primero que sucede, en cuanto Jesús desciende del monte en el que se ha transfigurado. Lo que aquí se palpa es que el 'Transfigurado" es el Dios °humanizado". El Dios que se ocupa del dolor humano. Porque tal es el comportamiento de Jesús en cuanto desciende del monte de la teofanía.
Dios se manifiesta sanando al niño enfermo de epilepsia, ya que eso es lo que indica el relato al describir las características de la enfermedad Como ya se ha dicho a propósito de otros relatos de endemoniados, hablar de "espíritus inmundos", en las culturas antiguas, era la forma de expresar ciertos tipos de enfermedad.
2. Pero, en este caso, no se trataba de una enfermedad cualquiera. Más que eso, se trataba de una fuerza de muerte, que lanzaba a la criatura al fuego para acabar con el muchacho. Al presentar este relato inmediatamente después de la Transfiguración, Marcos está diciendo que el "Transfigurado°, que es plenitud de vida, defiende la vida y libera de las amenazas de muerte donde las haya. Por tanto, creer en Jesús transfigurado y resucitado es ir por la vida luchando contra tantos peligros de muerte y exterminio, que por desgracia encontramos con tanta frecuencia por todas partes.
3. Pero esto se consigue a base de tener una fe sólida y consecuente. No se trata de no tener dudas. Se puede tener una fe con dudas, y las inseguridades y oscuridades, como le ocurría al padre del niño epiléptico. Y como nos ocurre al común de los mortales. Lo importante es tener la actitud de aquel padre que, desde la oscuridad y la debilidad de una fe sin claridad alguna, pide ayuda, muestra el deseo, el anhelo del que se siente débil. Es la actitud de la fe que alcanza lo que necesita.
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