La parábola del hijo pródigo, por su gran sabiduría, bien podría
declararse como Patrimonio de la humanidad. Nos habla de tres actitudes
arquetípicas que se dan en cada uno de los seres humanos, aunque en diversos
grados y de diferentes formas. Todos somos ese hijo menor que se deja llevar
por su rebeldía y hedonismo. También somos ese hijo mayor que cumple normas,
sin que éstas le cambien por dentro o le hagan mejor persona. Por último,
estamos llamados a ser ese Padre bueno que acoge, que sabe reconocer como
hijo tanto al que viene vestido de harapos como al que permanece en casa pero
con el corazón helado: llamados a ser Padre bueno con nosotros mismos y con
nuestros semejantes.
Los desvaríos del patriarca de Moscú, o algunas actitudes de algunos dirigentes con responsabilidad en nuestras Iglesias... nos recuerdan que el evangelio de Jesús está por estrenar para muchos que se llaman cristianos. Para no caer en esa hipocresía, reflexionemos con sinceridad en torno a la parábola.
José Luis Sicre: Cuatro historias de padres e hijos. Lucas cuenta la reacción final del Padre: lo divisó a lo lejos, se enterneció, corrió, se le echó al cuello, lo besó. Cuando el hijo confiesa su pecado, no le impone penitencia ni le da buenos consejos. Parece que ni siquiera le escucha, preocupado por organizar una fiesta.
Fray Marcos: Nuestra meta es llegar a ser el Padre. Más allá de lo que somos: hijo menor (rebeldía) e hijo mayor (sometimiento).
José Antonio Pagola: La tragedia de un padre bueno. Nunca compartiremos la Tierra de manera digna y dichosa si no nos miramos con el amor compasivo de Dios.
Florentino
Ulibarri: Letanía del hijo pródigo el día del encuentro. Me amas con tus
entrañas tiernas y cálidas que dan y cuidan la vida anhelada, siempre nueva,
hermosa y, a la vez, desvalida.
Vicky Irigaray: 4º Domingo de cuaresma. La parábola del Hijo pródigo nos muestra el rostro del Padre Madre que siempre perdona, acoge, ofrece oportunidades y hace fiesta cuando recupera a ese hijo.
Anáfora: Perdón de Dios. Jesús nos ha enseñado en sus parábolas que nos buscas, que nos esperas, que te interesamos, que celebras fiestas en el cielo cuando nos encontramos con nosotros mismos y nos ponemos de nuevo al servicio de nuestros hermanos.
Monjas Benedictinas de Montserrat. Domingo 4º de Cuaresma.
El claretiano Gustavo Manuel Larrazábal
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