
Ministros de Francisco: laicos y catequistas. PODCAST
'Praedicate Evangelium': la apuesta definitiva del Papa por una Iglesia sinodal, universal, más laica y profundamente samaritana
Comentario al Evangelio del 3º domingo de Cuaresma
Mons. Ojea: “El corazón de Dios nos quiere dar una oportunidad”
Un santo para cada día: 20 de marzo
San Juan Nepomuceno (El mártir del secreto confesional)
Preparación: La oración sincera me da libertad para ser profeta en el mundo. “Habla, Señor, que tu siervo escucha”.
Lectura: Jesús se sitúa en su tierra y entre los suyos, pero les hace un reproche: no han sabido captar los signos de los tiempos. Frente a la creencia judía de que Dios era monopolio de los hebreos, Jesús les enseña que Dios tiene horizontes más amplios. La primera “homilía” de Jesús, que había comenzado con admiración y aplausos, se frustra. Los reproches del Maestro no gustan a sus paisanos y el encuentro casi acaba en tragedia porque lo quieren despeñar desde lo alto del monte (la cruz vuelve a aparecer difusamente en el horizonte). No han entendido nada. Si hubieran aprendido las lecciones de la historia que dan los profetas Elías y Eliseo con la viuda y Naamán, estarían más cerca del Reino. La salvación de Cristo es para todos los hombres y pueblos, razas y naciones.
Meditación: “Ningún profeta es bien recibido en su propia tierra”. Corremos siempre el peligro de domesticar el Evangelio. A veces, no ganamos la suficiente perspectiva para advertir la fuerza, la originalidad y la profecía que contiene la palabra de Jesús y caemos en cierta rutinización. La excesiva familiaridad conduce al desprecio, hemos oído en algunas ocasiones. La cercanía física a las “cosas sagradas” (lugares, objetos, ambientes, personas...) no garantiza la cercanía espiritual y la auténtica conversión del corazón al plan de Dios sobre cada uno de nosotros. No esperemos cosas espectaculares, como pensaba Naamán. Basta con “bañarse siete veces en el río”. La santidad consiste en vivir de forma extraordinaria las cosas ordinarias.
Oración: Señor, Dios nuestro, que nos conduces por el camino de la Cuaresma hacia la Vigilia Pascual, aviva en nosotros el don del bautismo por el que hemos entrado en comunión con Jesucristo, por el que nos injertamos en Él y por el que participamos sacramentalmente de su muerte y resurrección.
Contemplación: Hoy puedo hacer un ejercicio de contemplación y situarme dentro de la sinagoga de Nazaret. Escucho las palabras de Jesús. Analizo mis sentimientos y expreso mi oración.
Acción: Trato de tomar conciencia de las acciones ordinarias de mi jornada y las lleno de sentido “extraordinario”.
"La de Ucrania es una masacre insensata, cada día se ven atrocidades. No hay justificación"
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