Un santo para cada día: 7 de marzo
Santas Perpetua y Felicidad (Fortísimas y bienaventuradas mártires)
La oración que Jesús nos enseña (sin usar «muchas palabras») no es más que una petición para que venga el Reino de Dios. Eso es lo verdaderamente esencial e imprescindible. Un Reino que es pan y perdón. A lo largo de la historia, los cristianos hemos inventado muchas oraciones (algunas, terribles), pero el modelo sigue siendo esta sencilla petición para que el mundo sea cada vez más parecido a como Dios lo pensó: un mundo donde la gente sea hermana y no haya necesidad.
La oración del Padrenuestro es una síntesis de la experiencia espiritual de Jesús, desarrollada en forma de catequesis programática sobre la que estamos llamados a construir nuestra propia espiritualidad. En toda su estructura, en cada una de sus siete peticiones (según la versión de Mateo), se pueden constatar experiencias centrales en la vida de Jesús: 1) La experiencia de filiación con Dios, el «Abba»; 2) La trascendencia a lo puramente terrenal; 3) La santificación de Dios en sus criaturas; 4) La certeza de su Reino; 4) El cumplimiento del querer de Dios entre nosotros; 5) La preocupación por el pan en las mesas cotidianas; 6) El perdón recíproco; 7) Las tentaciones y la experiencia del mal que nos asechan. Todas son experiencias vividas por Jesús, con gran intensidad en el día a día, que luego resuenan en su oración y, por tanto, no están aisladas de la realidad sino más bien arraigadas en ella y reflejan lo que lo movía por dentro. ¿Qué alimenta tu espiritualidad?

La estatua de Jesucristo el Salvador fue retirada de la Catedral Armenia de Leópolis y llevada a un búnker para protegerla de los bombardeos rusos
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