Jueves de Pascua

 

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S. Anselmo (El Padre de la Escolástica)

     El evangelio cuenta la aparición de Jesús resucitado mientras los discípulos de Emaús comentaban a la comunidad lo que les ocurrió. El relato es una confesión de fe en el Resucitado. 
     La comunidad comprende que Jesús no está solo en la fracción del pan, sino también en el intercambio sobre las vivencias y experiencias de fe. De hecho, la fe no es una cuestión de adhesión segura que se adquiere y no se pierde más; la fe siempre estará amenazada por los miedos, las dudas y los falsos entusiasmos.
     Releer la Palabra, la realidad y la vida inspirada por la acción del Espíritu y el proyecto humanizador de Dios; son los criterios desde los cuales nos convertimos en testigos del Resucitado hoy. 
     La «visión» del resucitado aparece como mesa compartida, pero necesitamos volver a la Escritura, estar al acecho del reino y hacernos responsables de la comunidad y de la práctica de la justicia; de lo contrario, la presencia del Evangelio sigue sin ser reconocida y nos cerramos a la reconciliación, el perdón y la humanización. 
     Hay una inadecuada representación de Jesús que muchas personas llevan en su cabeza. Lo que les produce un sentimiento tan extraño que, ni siquiera, se atreven a pronunciar la palabra "Jesús". Son los que prefieren hablar de "Cristo" o de "Jesucristo". Les da miedo de hablar del Jesús del Evangelio.
     Pero Jesús convirtió el miedo en alegría. Precisamente porque dejaron de ver un fantasma y empezaron a ver a Jesús. Este cambio se produjo cuando Jesús les pidió que sacaran algo para comer. De nuevo, la mesa compartida pone las cosas en su sitio, nos descubre a Jesús, espanta los fantasmas, devuelve la alegría y crea unión y comu­nidad.
    Por ahí es por donde desanda­remos la senda equivocada de los fantasmas y tomaremos el camino que nos lleva derechamente a Jesús. Hay gente que tiene en su cabeza un "dios" que les impide ver. en los evangelios, a "Jesús", tal como fue y vivió.
   Lo que podemos saber de "Dios", nos lo revela "Jesús".

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Texto bíblico 

Él (Jesús) se presentó en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros». Pero ellos, aterrorizados yllenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo». Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis ahí algo de comer?». Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos” (Lc 24, 36-42). 

Comentario 

Los diferentes Evangelios narran las apariciones del Resucitado. San Lucas, además del relato de los discípulos de Emaús, cuenta la experiencia de los discípulos de sentir la presencia del Resucitado a pesar de su miedo, sus dudas y sus bloqueos emocionales, referencias un tanto negativas, que dejan ver la autenticidad de los hechos. En las preguntas que Jesús hace a los suyos cabe recordar las que les hizo en la travesía del Lago. 

Señales de Pasión 

Jesús se deja reconocer por sus llagas. Siempre me impresionó el comentario de Karl Rahner sobre las apariciones del Resucitado, al reparar que Él no quiso disimular sus heridas. En verdad eran sus trofeos. Cuesta mucho ver luz en la cruz y don en la herida, pero Jesucristo ha querido para siempre ser reconocido por las huellas que le dejaron en su cuerpo los clavos, para iluminar nuestros estigmas más o menos visibles

Propuesta 

¿Te atreves a reconocer la presencia del Resucitado en la adversidad?

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