El evangelio de hoy está situado inmediatamente después de las Bienaventuranzas. Jesús utiliza dos imágenes –la sal y la luz– centradas en la identidad de los discípulos, introducida por la fórmula «(ustedes son...)» (5,13.14), que resalta el aquí y ahora.
No se trata de “tener que ser” en el futuro sino de redescubrir quiénes en realidad somos y cuál es nuestra misión en el mundo.
Somos nosotros, esa sal y esa luz, quienes podemos dar sabor e iluminar tanta realidad insípida y en tinieblas. Cuando somos signos visibles, generando cambios concretos, inauguramos ese mundo alternativo basado en los valores del Evangelio. Cuando el servicio desinteresado es parte de nuestra vida y nos esforzamos en defender toda causa justa, hacemos que crezca la esperanza y que venga el Reino de Dios.
Somos sal y luz cuando, en complicidad con el Espíritu, denunciamos todo proyecto de muerte y no tenemos miedo a perder poder y privilegios.
¿Qué cambios concretos te hacen ser sal y luz para vos, tu familia y tu comunidad? ¡Comprometete!
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