Viernes 10ª semana DA

 Mt 5 27-32 EVANGELIO EN AUDIO

Este día el evangelio tiene como núcleo la experiencia del matrimonio. El mandamiento al que hace alusión es: “no cometerás adulterio” Con el objetivo de salvaguardar el valor del matrimonio, Jesús no se queda solamente en la alusión ingenua del mandamiento, sino que va más allá, al mundo que involucra el interior del corazón humano, pues es allí donde se hace posible vivir la fidelidad o la infidelidad, pues el adulterio empieza en el corazón. En el pensamiento mediterráneo, el ojo era considerado el órgano a través del cual se manifestaban algunos malos deseos, como son: el de la envidia y la avaricia, mientras que la mano era el órgano por el cual se llevaban a cabo estos deseos que nacen del corazón.
        La invitación del evangelio es contundente: hay que actuar en la raíz donde se decide sobre las acciones humanas. Es decir, estar decididos a cortar todo aquello que induce al mal. 
        La razón, es que se debe amar con el mismo amor con el cual se es amado.

1. Lo decisivo de este evangelio esta en la "prohibición del deseo". Se trata de la prohibición que establece el último mandamiento del decálogo. Lo peculiar de este mandamiento es que no prohíbe una "acción, sino un "deseo": "No codiciaras la casa de tu prójimo; no codiciarás su mujer, ni su siervo, ni su criado, ni su toro, ni su asno, ni nada de lo que a tu prójimo pertenece" (Ex 20, 17).
      2. Por tanto, lo que aquí prohíbe Jesús no es un problema relacionado con la sexualidad, sino con la justicia. Porque, como muy bien se ha dicho, "el legislador que prohíbe el deseo de los bienes del prójimo se esfuerza por resolver el problema número uno de toda comunidad humana: la violencia interna" (R. Girard). Y es que, por experiencia, sabemos que el deseo de lo ajeno es la fuente original de la violencia en todas sus formas: la violencia económica, política, social, sexual, profesional, familiar.
     En la actual situación de crisis económica, hasta los economistas mas prestigiosos están de acuerdo en que la raiz de este asombroso desastre está en la codicia de quienes, sin escrúpulos, han manejado (y siguen manejando) miles de millones para satisfacer "su propio deseo".
     El Evangelio es duro y tajante en este asunto: la mentalidad del seguidor de Jesús ha de ser tal, que su convicción básica ha de ser tan firme y tan fuerte, que ha de preferir arrancarse algo propio de si mismo (aunque sea una mano, un ojo, un pie...), por no arrancarle a otro lo que le pertenece. Te quedas mutilado, antes que quedarte con lo que es de otro.
     3. ¿Qué pensar de todo esto en los tiempos que vivimos y viendo las cosas que estamos viendo y padeciendo? Pero ¿Qué religión es esta, que le permite a tanta gente ir a misas, procesiones y peregrinajes, pero al mismo tiempo se queda con lo que no es suyo y encima miente y engaña y hace trampas, y para colmo andan por ahí en funciones de iglesia, con obispos como amigos y hasta se van a Roma a pedirle al papa que los bendiga...?
      Esto ya no es el gran teatro del mundo. Es el circo de malos payasos.

"Se pueden alzar muchos muros, pero Dios destruirá las barreras y sustituirá la arrogancia de unos pocos por la solidaridad de muchos" (Papa Francisco)

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