Un santo para cada día: 2 de junio
S. Nicéforo de Constantinopla (Defensor contra los iconoclastas de la iconografía y el arte religiosos)
San Carlos Lwanga y compañeros mártires
En los comienzos de la evangelización de Uganda (fines del siglo XIX), en pleno corazón del África, y apenas transcurridos siete años desde la llegada de los primeros misioneros a aquellas tierras, un centenar de cristianos, católicos y anglicanos, fueron torturados y asesinados.
El Papa Pablo VI declaró santos a veintidós de ellos. Cuatro de ellos habían sido bautizados por Carlos Lwanga poco tiempo antes del suplicio. La mayoría fueron quemados vivos en Numungongo, por negarse a satisfacer los impuros deseos del monarca; tenían entre dieciséis y veinticuatro años de edad. El más joven, Kizito, tenía apenas trece.
Jesús supo de la fragilidad humana y también de las posibilidades reales que tenemos de superarnos, de levantarnos, de avanzar.
La profesión de fe habilita a Pedro a apacentar el rebaño de Jesús, la Iglesia. Al final, Jesús preanuncia el martirio de Pedro, y lo invita a seguirlo por el camino de la entrega generosa.
Pero esa confianza generosa tiene que alimentarse y para eso necesitamos invocarlo constantemente.
Él puede sanar todo lo que nos debilita en el empeño misionero. Es verdad que esta confianza en lo invisible puede producirnos cierto vértigo: es como sumergirse en un mar donde no sabemos qué vamos a encontrar. Yo mismo lo experimenté tantas veces.
Pero no hay mayor libertad que la de dejarse llevar por el Espíritu, renunciar a calcularlo y controlarlo todo, y permitir que Él nos ilumine, nos guíe, nos oriente, nos impulse hacia donde Él quiera. Él sabe bien lo que hace falta en cada época y en cada momento.Más de un millón de fieles se reúnen en el santuario egipcio
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