Apostillas a la tercera jornada del viaje del Papa a Canadá

Esta parábola es semejante a la de ayer sobre el trigo y la cizaña que crecen juntos. Aquí se trata de peces y en ambos casos es la invitación a todos, buenos y malos, a participar del reino, aunque la clave está en cómo se vive.
     A Dios, el día del juicio, corresponde hacer la separación entre unos y otros. Jesús nos ofrece la posibilidad de participar de una vida plena.
     El reino de los cielos es un regalo valioso que se nos ha ofrecido y merece por lo mismo una respuesta de acogida. Por esta razón el evangelio termina recordando la importancia de fomentar la virtud del discernimiento para saber lo que hay de valor y lo que hay de inútil en nuestra vida. También podríamos aplicarlo a la misma Palabra donde el Antiguo como el Nuevo Testamento nos ofrecen su sabiduría y es importante primero entenderlo y segundo aplicarlo.
     ¿Eres de los que dice: ¡Señor, Señor! pero no cumples la voluntad de tu Padre que está en los cielos? 
 

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