Encomienda a la Virgen su "peregrinación penitencial"
Jesús, con esta parábola, nos ofrece misericordiosamente la posibilidad de la conversión. Desea que podamos darnos cuenta de nuestros errores y rectificar. Nos ofrece un plazo de gracia. El Señor es cuidadoso para no dañar ni a una sola persona. Tiene paciencia con la “mala hierba” que habita en nosotros y en nuestra sociedad porque no quiere que se pierda ni uno solo de los que el Padre le encomendó (Mt. 18, 14).
Nos recuerda que juzgar a los demás no es nuestro derecho y menos nuestro deber, eso sólo le corresponde a Dios. Jesús sabe la posibilidad de nuestras caídas y retrocesos que podemos tener en nuestro ser discípulos misioneros y porque nos ama nos respeta y ofrece tiempo y espacio para romper con la corrupción que habita en nuestros corazones y por eso mismo no está de acuerdo con los fanatismos y la intolerancia.
Su amor y paciencia son más grandes que nuestra maldad. ¿Qué me sugiere esto con respecto a mi vida? ¿Qué me exige esta Palabra con respecto a mi prójimo?
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