Bartolomé, llamado también Natanael, nació en Caná de Galilea. Su nombre significa "hijo de aquel que lleva el agua", según una meditación de San Pedro Damián.
Felipe lo presentó a Jesús a la orilla del Jordán y entró en el grupo de los primeros llamados. Nada se sabe con certeza sobre su actividad apostólica después de Pentecostés. Pero, según tradiciones muy antiguas, dio testimonio de su fe en Cristo con su palabra y su vida.
El entusiasmo que suscita en Felipe la persona de Jesús contrasta con el escepticismo de Natanael. Felipe encuentra una solución genial para vencer su desconfianza, lo invita a entrar en contacto personal con Jesús. Natanael acepta la invitación y decide ver, dialogar y seguir a Jesús, contrario a la actitud de las autoridades religiosas, que se negaron siempre a escuchar las palabras del Señor. Al verlo, Jesús lo presenta como un modelo de israelita, fiel a la tradición profética y firme en la espera del cumplimiento de las promesas mesiánicas. Natanel representa el Antiguo Testamento que se abre a la novedad del Nuevo Testamento. Ya puede salir de la higuera de sus miedos y escepticismo para aventurarse con optimismo en el camino de Jesús, donde podrá experimentar cosas más grandes, como el amor y la bondad de Dios.
Son muchos los cristianos que creen, rezan y hablan de Dios, pero todavía son pocos los que se deciden por ver y acercarse a Jesús.
¿Qué le respondes a la invitación que te hace Felipe hoy?
En la síntesis sinodal, concluyen que "la Iglesia debe abrirse aún más a la diversidad"
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