26º domingo DA-C

Una semana más, el evangelio de Lucas nos habla del dinero. Esta vez con la parábola de un rico, Epulón, y un pobre, Lázaro, que mendigaba sin éxito a la puerta de su casa. Pensar que en el más allá se hará justicia creo que no nos ayuda mucho a resolver las desigualdades. Trabajar por el Reino sí. Empatizar con el prójimo en sus necesidades, también. Y en lo personal, analizar qué peso le doy a los bienes materiales en mi vida, que nada tienen que ver con la verdadera riqueza. 

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José Luis Sicre: Lujo y miseria. La parábola del rico y Lázaro, exclusiva del evangelio de Lucas, se inspira en un texto del profeta Amós, en la que se dirige a la clase alta de Jerusalén (Sión) y Samaria, y denuncia su forma lujosa de vida.

Fray Marcos: Siempre habrá un Lázaro a mi puerta. Si no lo descubro o lo ignoro, es que estoy enfrascado en mi egoísmo y mi espiritualidad está a cero.

José Antonio Pagola: Nuevo clasismo. Esta es la convicción profunda de Jesús. Cuando la riqueza es «disfrute excluyente de la abundancia», no hace crecer a la persona, sino que la deshumaniza, pues la va haciendo indiferente e insolidaria ante la desgracia ajena.

Mª Luisa Paret: La riqueza, rival de Dios. El relato intenta sacudir la conciencia de quienes nos hemos acostumbrado a vivir en la abundancia teniendo a nuestro lado países viviendo en la más absoluta miseria.

Florentino Ulibarri: Los lázaros. Los hijos de la calle, los parias de siempre, los sin derechos, los espaldas mojadas, los estómagos vacíos, los que no cuentan, pertenecen a nuestra familia…

Vicky Irigaray: 26º Domingo del Tiempo Ordinario. Jesús nos recuerda la llamada urgente a compartir nuestra vida, nuestro tiempo y nuestros bienes. Somos corresponsables con la humanidad entera.

Anáfora: Limosna. Si te llamamos Padre nuestro, debemos ser capaces de querer y de ayudar al hermano que está a nuestro lado, y a quienes malviven al otro lado de la calle y pasan hambre. Danos el coraje de abrirles la puerta de casa y compartir con ellos el pan que sobra en nuestra mesa.

Monjas Benedictinas de Montserrat. Domingo 26º del Tiempo Ordinario.

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