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La devoción popular nos invita a meditar los siete dolores de María significando los momentos más difíciles que la madre de Jesús vivió y nos narran los Evangelios.
La coparticipación dolorosa de María en el proyecto salvífico la convierte en testimonio ejemplar de solidaridad y valentía al permanecer al pie de la cruz; una parte de María, madre, muere junto a su hijo, y toda ella renace al experimentar la fuerza de la Resurrección en la comunidad creyente.
Ahora ella, discípula pascual, permanece animando y fortaleciendo la fe y el compromiso evangelizador de la naciente Iglesia.
Con María también renacen todas las causas que, en América Latina, buscan ser acalladas: de las mujeres frente al machismo; de los bienes naturales comunes frente al extractivismo; de los pueblos indígenas y afrodescendientes frente a la xenofobia; de los empobrecidos frente a las injusticias; de los jóvenes frente al adultocentrismo; y muchas otras causas a favor de la vida.
Por eso hoy te decimos, María: ¡Camina con tu pueblo en sus luchas!
“La presencia de la Iglesia en el areópago de la comunicación a partir de Aparecida”
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