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Lc 12 13-21 EVANGELIO EN AUDIO
En la fe del pueblo de Israel, la tierra era bendición de Dios. A él le pertenecía, pero los frutos habrían de beneficiar a todos. Especialmente, a los más necesitados.
Jesús ve con sus propios ojos cómo en Galilea los terratenientes se apropian despojando a los campesinos de sus tierras. En América Latina, esta es la realidad del extractivismo y la explotación de recursos naturales y humanos a manos de empresarios inescrupulosos; una realidad que destruye, mata.
No se puede acumular sin pensar en el precio que se paga para ello. Los oyentes de esta parábola, al escuchar que un hombre, de manera inesperada, obtiene una gran cosecha de sus tierras, se habrán podido preguntar “¿Qué hará con ella? ¿Beneficiará a los empobrecidos?”. Pues, no. La decisión que toma es la común de los poderosos: seguir acumulando riquezas.
Por eso Dios lo llama “necio”, por codiciar y asegurarse la vida egoístamente, a costa del despojo de otros.
Dios siempre quiso que los bienes de la creación fueran compartidos y no acaparados. ¡Que aprendamos a compartir y dejemos de acumular!
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