Murió en Lima el 3 de noviembre de 1639 y fue canonizado en 1962.
Las parábolas de la oveja y la moneda perdida son dos de las más conocidas de los evangelios. Con ellas se insiste en el amor de Dios por toda persona y en la universalidad del mensaje salvífico de Jesús.
Pero pocas veces llegamos a preguntarnos: ¿Qué puede decirnos hoy la insistencia del Dios que no da “a nadie” por perdido?
Una lectura actual desde la convulsa América Latina donde se pierden vidas cada día por el hambre, la violencia y la desigualdad, plantea una visión nueva de este pasaje. El Dios que sale en búsqueda de la oveja que no está, o de la moneda extraviada, nos recuerda la necesidad de ser “Iglesia en salida”, desafiando y rechazando proféticamente el modelo político-económico que trata a las personas como ‘desechables’ e insiste en la importancia del capital sobre la vida humana.
Salir por la ‘oveja perdida’, es salir a construir una sociedad donde abunde pan, techo, salud, educación y alegría. ¿Qué te falta para ser más tolerante e incluyente?
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