Lunes 13ª semana DA


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Mt 8 18-22 EVANGELIO EN AUDIO

   Seguir a Jesús, vivir y caminar con El en las luchas del reino de Dios. Lo más contrario al discípulo es estar quieto, llevando una vida sedentaria y confortable. 
   ¡Sígueme! significa camina conmigo. Jesús está de camino siempre. Nada hay tan importante como seguirle, ni siquiera hay que esperar un tiempo en la casa hasta que se mueran los papás para enterrarlos. Es urgente. Es inaplazable. No pueden esperar los pobres en la emergencia diaria que viven. Necesitan el anuncio de las Buenas Noticias sobre Dios.    Es un estilo de vida desinstalado, sin casa propia, a la intemperie, sin seguridades humanas. Al viento del Espíritu. 

Los cristianos en su mayoría no hemos sentido esa llamada de ser discípulos. Somos consumidores de ritos y prácticas religiosas, con algunos aspectos del mensaje del evangelio, pero convertir nuestras vidas en esta identidad de ser discípulos, compañeros de Jesús, caminantes con El en esa aventura está lejos. Pero esta es la invitación de nuestra Iglesia Latinoamericana hoy.

«Jesús, de hecho, dejó la casa de su padre y renunció a toda seguridad para anunciar el Reino de Dios a las ovejas perdidas de su pueblo. Así señaló a sus discípulos que nuestra misión en el mundo no puede ser estática, sino itinerante: el cristiano es un itinerante. La Iglesia por su propia naturaleza está en movimiento, no es sedentaria ni se queda tranquila en su propio recinto. Está abierta a los horizontes más vastos, enviada - la Iglesia es enviada - a llevar el Evangelio por las calles y llegar a las periferias humanas y existenciales».

«Seguir a Jesús excluye las nostalgias y las miradas retrógradas, más requiere la virtud de la decisión. La Iglesia, para seguir a Jesús, es itinerante y va de prisa, lo hace de inmediato, es decidida».

 «Una elección libre y consciente, hecha por amor, para corresponder a la gracia inestimable de Dios, y no una manera para promoverse a sí mismo. ¡Es triste esto! Ay de aquellos que piensan en seguir a Jesús para promoverse, es decir, para hacer carrera, para sentirse importantes o para adquirir un lugar de prestigio. 

Jesús quiere que seamos apasionados por Él y por el Evangelio. Una pasión del corazón que se traduce en gestos concretos de proximidad, de cercanía a los hermanos más necesitados de acogida y cuidado. Precisamente como Él mismo vivió». (Catequesis del Papa Francisco)

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